LAS SISSIES mentimos solo a medias, porque nunca decimos algo que no nos hubiera gustado que sucediera. Por eso cada sissy es como esa higuera traicionera que te tira al suelo cuando ya habías encontrado una rama en la que afirmarte. Puede existir un hombre que vive su sissidad oculta durante años, hasta que de pronto chupa una polla y no solo le gusta, sino que tiene la suerte de que el dueño de la polla sea millonario y le pague unas tetas y toda la transformación, con lo que ya tenemos al gusano de seda convertido en la putita soñada.

Nunca he sabido realmente si quiero materializar mi sissy o me basta con soñarlo; si quiero ser una yiranta en serio o vivir en la mentira continua, que en mí representa un vicio totalmente nuevo, el vicio de la inmoralidad. En mi caso debería ser casi un milagro, porque para consumar a) tendría que salir a la calle y b) mi sissy sexual tendría que vencer a mi sissy literaria, que es una sexualidad mucho más fuerte.