EN INSTAGRAM una chica de las más creativas me ha recomendado entre “las mujeres que la inspiran” y yo, aunque se lo he agradecido en privado, no lo he subido a mis stories porque tengo muy claro que yo no soy una mujer, sino una sissy. Las sissies somos de todo el espectro del género lo más lamentable que existe: nos gusta rebajarnos, aspiramos a ser humilladas, nos vemos como prostitutas, nuestro sueño húmedo es que un camionero nos tire diez euros a la cara y nos someta salvajemente en un pajar. Los fachas son unos miserables cuando dicen que todo el LGTBI es una enfermedad, pero en el caso concreto de las sissies no me atrevo a decir que yerren en el juicio. No creáis por otra parte que lo que tenemos es fácil de erradicar: antes me dejaría yo matar que dejar que me arranquen a mi Vanessa del nombre, una vez que accedí a ese turbio sueño tan deseado desde que era niña.