EMPIEZO A sospechar que mi sexualidad configura todo mi edificio. TodavÃa no sé cuál es mi sexo ni mi género, salvo que sea la mentira: salvo que sea inventar historias infantiles en las que soy la prostituta más semenina y visitada de la ciudad. Creo que de ahà viene todo neorrabioso: siendo el sexo esencial en la sociedad y en la vida, la persona que resbala y no encuentra su caja en este sembrÃo empieza a albergar sospechas contra todas las cajas, contra todas las naturalidades, contra todas las verdades oficiales. Si tu identidad sexual es una colección de cristales rotos, todo lo demás, amistad, familia, religión, patria, ideologÃa, empieza a mirarse como más cristales falsos, como más cajas...