LO QUE cada vez me molesta más de Hugo, Nietzsche, Neruda, Bukowski, Houellebecq: que no hayan dado muestras de disolución del yo, que hayan conservado la ficción de una identidad dura, al contrario que Pizarnik, Plath, Woolf o Tsvetaeva, que muestran una identidad borrosa o a-punto-de-romperse. Ya es curioso que todas sean mujeres y suicidas. ¿Será que los hombres se ven obligados al militarismo de la identidad compacta? ¿Será que las mujeres sufren en el casi-yo, consecuencia del papel subalterno que se les ha otorgado desde la cuna, como se refleja tan bien en los diarios de Plath?