DURANTE LA última semana me han escrito dos chicas muy alteradas por el asunto de mi travelo. La primera me insta a cambiar mi nombre de Vanessa, que en su opinión es "nombre de prostituta", y me dice además que "todas las Vanessas que conozco son estúpidas". Le respondo asÃ:
A ver, una no se hace travesti para llamarse Carmen, MarÃa o Juana. Habrá muchas que se hagan llamar asÃ, sin duda, pero yo pertenezco a la lÃnea de las que se hacen llamar Brittany, Sharon, Pamela, Jessica, Nicole, Katty, Deborah, Samantha, Jennifer o en ese plan, nombres todos mega-super-espectaculares, porque nuestra idea de la feminidad tiene que ver con el divismo y el glamour. No queremos ser mujeres de cerro castellano sino mujeres de Himalaya para arriba (aunque luego seamos una tragedia estética la mayorÃa, al menos yo). Además creo que a las Vanessas ya no se nos considera tan putas o al menos nuestro nivel de puterÃo está por debajo de las Deborahs o las Samanthas o las Brittanys. Y esto te lo digo un poco a humo de pajas, porque tampoco es que yo pueda hablar en representación de las travestis, que supongo serán más variadas, te lo digo por cosas que he leÃdo en foros o por los nombres que las "crossdressers" se ponen en las redes.
La segunda chica arremete contra mi vestuario, a su juicio de "choni poligonera", jajaja. Le digo que me asesore ella; al instante me manda fotos de ropa que le parece elegante pero a mà me parece horrible, ¡me quiere vestir como Carolina de Mónaco o Kate Middleton! Le contesto asÃ:
Pero qué quieres, ¿vestirme como una mujer formal? Me parece que no te das cuenta de mi psicologÃa travesti: cuando entro en modo Vanessa, mi ideal es ponerme las botas de tacón más exageradas, la mini más corta y un perfume que se propague por dos calles y media. No quiero ser elegante sino brillar en despampanancias. Gracias a que estoy un poco gorda me controlo un poco y no voy tan zorra. Mi ideal es el de mis santas Jennifer López, Rihanna y Beyoncé; si te fijas en ellas, siempre van minicortas o botimatonas, demostrando su poder, y en el caso de que se pongan un vestido o una falda larga, lo acompañan de un vuelo o una cola o unas transparencias como para que arda la alfombra roja.